Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
lunes, 1 de enero de 2007
Queridos Hermanos, Yo, Inés, servidora del Señor y Madre de Dios, os doy hoy mi amor y mi Paz. Vengo del Cielo para ofreceros mi ayuda, mi protección y mi luz. Estoy en las mayores alturas del paraíso, muy cerca de la Madre de Dios y la Santísima Trinidad. Puedo ayudaros mucho y quiero hacerlo, pero la condición es que me pidáis mi intercesión, mi protección y mi ayuda. Sed fieles a la oración del Rosario Meditado que Marcos hace, porque es el Rosario que más glorifica a la Madre de Dios y la Santísima Trinidad, porque en él el hombre escucha la voz de la propia Madre de Dios en sus Mensajes para enseñarle, para amonestarlo, para censurarlo, para animarlo, para iluminarlo y para disciplinarlo.

Sed fieles en Trece, en Sethena, en la Hora de San José, del Espíritu Santo, en la Hora de la Paz. Sed fieles a todas esas oraciones que los Sagrados Corazones os dieron aquí y que Marcos hace y os da. Estas oraciones son el alimento fuerte, santo y saludable y siempre mantendrán vuestras almas en perfecta salud espiritual. Quien ora y es fiel a estas oraciones nunca sufrirá ninguna enfermedad espiritual. ¡nunca! Y si, por casualidad, alguna vez tiene la desgracia de enfermarse espiritualmente, se levantará rápidamente y volverá a la salud espiritual.
Yo, Inés, soy vuestra hermana y amiga. Quiero, puedo y debo ayudaros. Pero rezadme, invocadme en el sufrimiento, en las dificultades y seré como un ‘muro de protección’ a vuestro alrededor para defenderos de los ataques de Satanás, de las tentaciones, de los malos pensamientos, de los malos deseos. Y os defenderé, os daré fuerza en tiempos de prueba. Queridos hermanos, tened una devoción muy profunda a la Santísima Virgen, porque os digo, fue esta devoción la que me dio la fuerza para superar todo sufrimiento y martirio y llegar al Cielo donde ahora estoy feliz para siempre. Os digo, no vale nada al hombre poseerlo todo si no posee una verdadera devoción a la Madre de Dios. Así que amadla, amadla mucho, ciertos de que nunca, jamás conquistaréis a nuestro Señor Jesucristo en su amor por la Santísima Virgen, porque Él fue quien más la amó. Por lo tanto, nunca penséis que la habéis amado lo suficiente o incluso que la habéis amado demasiado. ¡No! Nadie jamás amará a la Santísima Virgen más que Jesús. Así que amadla mucho, amadla de tal manera que para vosotros ella sea más preciosa que la vida misma.
Amadla y más bien desead perder vuestra propia vida que perder vuestro amor y devoción a ella. Poned la devoción a la Santísima Virgen en vuestro corazón. Cerrad la llave y arrojad la llave a mis manos para que la guarde para que el diablo nunca dañe, debilite o destruya ese amor y devoción a la Madre de Dios dentro de vuestros corazones. Paz a todos".
Orígenes:
El texto de este sitio web se ha traducido automáticamente. Por favor, disculpa cualquier error y consulta la traducción al inglés.